domingo, 18 de febrero de 2018

Resultado Elecciones en Colombia 11 Marzo 2018





Aunque estas elecciones registran el menor nivel de riesgo de violencia desde que la MOE hace la medición, preocupa la situación de las zonas en las que hacen presencia tanto el Eln como las bandas criminales.


La existencia de la FARC como nueva fuerza política, la reconfiguración de poderes en los territorios, la arremetida violenta del Eln y la crisis en la mesa de diálogos con el Gobierno, los movimientos de las estructuras políticas locales tradicionales y la presencia de organizaciones criminales al servicio del narcotráfico en los territorios. Estos son algunos de los factores que jugarán en los comicios este año, convocados para que el país elija al Congreso (11 de marzo) y presidente de la República (27 de mayo) que liderarán al país durante los próximos cuatro años, en tiempos de posacuerdo e implementación de la paz.

Y con ese panorama como telón de fondo, no es de extrañar que existan múltiples factores que amenacen con poner en riesgo el proceso electoral, sobre todo en zonas en las que en los últimos meses se han presentado fenómenos constantes de violencia. Así lo dejan ver los mapas de riesgo presentados este jueves por la Misión de Observación Electoral (MOE), que muestran la radiografía de los municipios del país en los que existen riesgos, ya sean indicativos de fraude (limitaciones a la competencia electoral, manipulación en votos nulos, manipulación en tarjetones no marcados) o por factores de violencia (acciones unilaterales y presencia de actores armados ilegales, desplazamiento forzado con implicaciones electorales, violaciones a la libertad de prensa y violencia política).

En total, revela el documento de la MOE, son 170 los municipios en los que confluyen ambos tipos de riesgo, de los cuales 64 están en riesgo extremo, 65 en riesgo alto y 41 en riesgo medio. Antioquia (13), Norte de Santander (8), Chocó (7), Nariño (6) y Córdoba (4) son los departamentos con más municipios en los que coinciden las dos categorías y en los que el riesgo es extremo.

En general, la misión registró una disminución del 34 % de riesgos electorales combinados. La disminución más importante está en los llamados riesgos altos, que disminuyeron en 58 % en los municipios. En contraste, se registra un incremento de 14 municipios en riesgo extremo por presencia de grupos ilegales en algunas regiones, mientras que 90 municipios disminuyen el nivel de riesgo en comparación con los datos observados en los mapas de riesgo de 2014.

Pero más allá de la minucia de las cifras, hay tres datos que llaman la atención en el informe. El primero tiene que ver con la aparición de ocho ciudades capitales en los mapas con niveles de riesgo extremo, incluyendo Bogotá, y la de otras tres con riesgo alto. En el informe, la MOE también incluye a Barrancabermeja en el listado de capitales, teniendo en cuenta que cumple con características específicas: “Es una ciudad poblada y de elevados ingresos, más que todo gracias a la actividad petrolera de la refinería; es la mayor ciudad del Magdalena Medio y es un epicentro económico y político de la región”.

El análisis señala que en ninguno de los casos de estas grandes ciudades se ve una lógica regional del riesgo –los municipios aledaños casi no están en riesgo–, lo que demuestra que se trata de amenazas a las elecciones en el ámbito urbano. Con un agravante: en conjunto, las ciudades con riesgo electoral alto y extremo suman un censo electoral de 10 millones y medio de electores, que equivalen al 30 % del censo electoral nacional.

Según Alejandra Barrios Cabrera, directora nacional de la MOE, en estos casos hay que revisar de manera concreta lo que sucede en los barrios, comunas y localidades, sobre todo en aquellos que tienen condiciones socioeconómicas precarias y en los que existen grupos delincuenciales organizados que pueden perturbar los comicios.

Otro tema sobre el que la MOE llama la atención es el de las consecuencias del paro armado anunciado por el Eln y la fuerte injerencia de la guerrilla en el territorio, sobre todo ante la ausencia de un cese al fuego bilateral.

“Sí puede haber un impacto cierto del Eln y eso lo concluimos de experiencias anteriores. El Eln en las últimas elecciones locales tuvo capacidad de afectación tanto en Chocó como en Arauca, y en la frontera entre Arauca y Boyacá. Frente a ese tema, nosotros lo que señalamos es que si el Eln no entra a un cese bilateral al fuego hay una altísima afectación en zonas como el sur de Chocó, Bajo Baudó, Medio Baudó, en Arauca, en la zona de frontera entre Arauca, Casanare y Boyacá, en la zona de Catatumbo y en la región del andén Pacífico”, explica Barrios.

Finalmente, el tercer dato clave que revela el informe es que el mapa de riesgo por coincidencia de factores ya no muestra los mismos corredores de riesgo que en otras mediciones eran claros, sino que refleja una concentración de municipios en puntos específicos que contienen en sí mismos los riesgos electorales. Se trata de seis regiones geográficas en las que no sólo el conflicto armado se ha arraigado por décadas, sino en las que también hay una clara ausencia estatal.

Es el caso del Catatumbo, en Norte de Santander, el sur de Bolívar y la subregión del nordeste antioqueño, el nudo de Paramillo, en la frontera entre Córdoba y Antioquia, y regiones aledañas como el Bajo Cauca antioqueño al oriente y el Urabá antioqueño y chocoano al occidente; las cuencas del Baudó y el San Juan en el sur de Chocó, la costa Pacífica de Nariño, la Orinoquia y la Amazonia en tres zonas: la margen sur del río Meta, el territorio entre las cuencas del río Guaviare y del río Caguán (lo cual cubre a todo el departamento del Guaviare) y el bajo Putumayo.

De acuerdo con Barrios, la ruptura de dichos corredores demuestra que sí hay cambios claros en términos de seguridad para las elecciones: “Nosotros teníamos antes unos corredores que se movían desde Uribia (La Guajira) hasta Arauca, era todo un corredor donde se concentraba no sólo presencia de actores armados, sino también presuntos fraudes electorales. Ahora hay regiones concretas que, sin embargo, siguen consolidando y manteniendo algún tipo de riesgo, normalmente entre alto y extremo”.

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